Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

sábado, 20 de febrero de 2010

Crucifixión siempre presente.


Pasando por lo mismo que un Dios hace más de dos mil años atrás, es lo que estás viviendo ahora, ¿quizá una nueva versión? Algunos dirán que no es cierto, que no se compara, que no sufres lo mismo que nuestro Dios sufrió, que la crucifixión ya no existe.

Puede que sí, puede que no. Tú la llevas desde niño, él ya era grande, él conoció a su mamá, tú desconoces qué es eso, él tuvo quien lo recordara, a ti te desconocen.

Él murió por culpa de otros, por salvarlos, tú morirás quizá también, por culpa de otros pero no creo que salves a nadie, a lo mejor habrá quien piense que se salvaron de ti.


Marcela Toro Jurado.


El frío de la noche entra en mi piel cómo si fuera un animal que recorre centímetro a centímetro cada parte de mi cuerpo volviéndose mucho más intenso, es como si estuviera en un congelador y las gotas que caen en mi cuerpo se volvieran animales y penetrarán afanosas en mí. Los fuertes granizos caen uno seguido del otro sobre mi cabeza, los fuertes vientos aumentan y pegan en mis mejillas como que si el mundo se estuviera desquitando dándome duras cachetadas.
Con el viento y la lluvia salen diversos olores pero el único que sale de mi cuerpo es un fuerte olor a mortecina como si me estuviera pudriendo por dentro, pero mi única compañía son los animales que se me acercan para comerse este putrefacto mal oliente mientras termina mi vida crucificada.

Esto es lo que me ha tocado pagar, una vida de miseria y desconsuelo dónde ya no valgo un peso.
NATHALIA GONZÁLEZ OSORIO

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