Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

domingo, 28 de febrero de 2010

Monólogo


El sol quema mi cuerpo sin piedad, mi piel lozana apenas y se resiste a que deje un daño de gravedad, pero no importa total nadie me ve, nadie me escucha, soy un elemento más de este entorno a quien todos dejan sin preguntar.

Cada día de mi corta vida me cuestiono ¿cuál es el sentido de mi existencia?, y me siento como aquel señor barbado del que tanto me hablaba mi abuela. Si sufrió mucho, si murió por nosotros, si de verdad fue tanto ese melodrama que ha arrastrado con toda la humanidad, ¿para qué lo hizo? Pues… señor me entristece darle esta noticia, a nadie le importó, esa es mi conclusión. Las palabras de cada persona rezandera se las lleva el viento y sólo deja al descubierto los actos crueles que hacen con quienes dicen ser sus “hermanos”. Acaso ¿era así el mensaje de Dios?, no lo creo, tanta sangre y sufrimiento no significaba que esto mismo se multiplicara, por lo siglos de los siglos, amén.

Los actos son los que hablan, priman ante versos, palabras bonitas y una camándula en el cuello, actos son los que salvan vidas, curan enfermos y dan de comer al hambriento, actos son los que también destruyen acaban con nosotros y nos dejan sin un techo, un hogar y nos despojan de nuestras fuerzas, al punto señor de quedar sin alientos y no querer siquiera respirar.


ANA MARÍA MENDOZA PELÁEZ

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