Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

martes, 23 de febrero de 2010

Una Cruz de cartón - Cruxifición

Una tierra profundamente marcada por la historia....deja de fondo una cruz de dolor, pero también de amor. No sabemos el nombre de quien la carga...puede ser Juan, Pedro ¿o el mismo Jesús?...no lo sabemos aún; porque mientras él pretende descansar con valor del sufrimiento, nosotros simultáneamente vivimos adormecidos, en un pedestal de finas telas donde nos quejamos por tenerlo todo. Y es que a él no le queda nada fácil; cargar esa cruz de cartón pesa, porque no es un cartón cualquiera. Ahí va toda la miseria, todo el dolor, toda la pobreza de esa tierra donde el dinero humilla los corazones débiles y donde el derroche promete ser el placer más grande para los condenados.

A él, que carga esa cruz, le vendría bien una manta o un abrigo, porque debe estar muriendo de frío. Pero no un abrigo cualquiera; sino uno tejido con amor y justicia. A esa tierra olvidada ya nadie quiere entrar, lo peor es que ya estamos adentro…sólo nos hacemos los ciegos y dejamos que él siga cargando esa cruz, pues no queremos sentir ese peso a nuestras espaldas. Su corazón se debilita y su cuerpo ya no puede aguantar más tanto dolor. ¿Quién podría imaginar que una cruz de cartón tuviera semejante peso?

Entonces qué esperamos para despertar, para dejar de hacernos los ciegos, para resucitar de esa fría indiferencia, para sentir que muchos necesitan de un abrigo humano…de un corazón que ilumine la noche y vislumbre en sus ojos el resplandor del amanecer.
David Gómez Bedoya
Lenguaje y Creatividad

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