Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

jueves, 10 de marzo de 2011

Yolanda León

Por Primera Vez
Siempre recuerdas la primera vez de algo que ahora realizas con frecuencia, tal vez esa sea la razón por la que no puedes parar de repetirlo, o quizá sea sólo mi caso. Y es que aún recuerdo cada paso, casa instante, cada detalle, y es entonces cuando quiero volverlo a hacer.
Mi primera vez, fué realmente dolorosa, pero muy placentera, aún recuerdo que a mis 14 años moría de ganas por hacerlo, sin pensar en las consecuencias o los prejuicios que implicaba esa decisión.
Sucedió una mañana antes de irme para el colegio, ya había tomado la decisión con cabeza fría, se lo conté a mi mejor amiga, era la única que lo sabía; me sentía muy preparada, recuerdo que ese día me demoré más en la ducha mientras visualizaba como sería, me organicé, me perfumé, quería que todo saliera absolutamente bien.
Aunque no puedo negar que tenía algo de susto pero mucha ansiedad, me preguntaba si eso cambiaría mi vida, como lo asimilarían mis padres, si me quedaba gustando, aún así no dude en arriesgarme.
Por fin el reloj marcó las 10am, sonó el timbre, llegó mi mejor amiga por mí, y cuando me vio sonrió y pregunto -"¿Estás preparada?"- no respondí nada más que con mi cabeza que si, mi rostro delataba mi emoción.
Juntas caminabamos hacia aquel lugar donde ocurriría lo anhelado, mientras hablábamos de las experiencias que nos habían contado compañeras que ya lo habían hecho.
Cuando llegamos al lugar, ella se sentó afuera en un sofá para esperarme, yo entré a la habitación, recuerdo que hacía frío, entonces vi a un hombre maduro, me emocioné al ver sus grandes y vigorosos brazos tatuados, ya quería que se me acercara, pero el estaba preparando todo, sonrió y en medio de aquel absoluto silencio me preguntó al notarme nerviosa: -"Es tu primera vez?"- Le respondí afirmativamente con mi cabeza, pero esta vez no podía ocultar el miedo.
Entonces se me acercó y me dijo con una voz suave -"no te dolerá si no te tensionas, te necesito muy relajada"- Yo cerré mis ojos y dejé que todo fluyera. Cuando sentí que por fin entró, abrí mis ojos y no pude evitar que mis lágrimas corrieran por mis mejillas, producto del dolor, aún así fue muy placentero, lo recuerdo muy bien, el se me volvió a acercar para limpiar la sangre del rededor y entonces volví a sentir el olor del látex de sus guantes, me había perforado la nariz por primera vez.
Desde entonces no he parado de perforarme, siempre es como la primera vez, porque surge la emoción de sentir que me dolerá, pero ahora más que eso, es saber cómo se me va a ver.
Actualmente tengo dos perforaciones en la nariz, cuatro en la boca, cuatro en las orejas, uno en el ombligo, y mi próxima cita, será en ambos pezones.
Ahora quiero empezar una nueva experiencia con los tatuajes, cuando lo logre, será otra primera vez, y entonces volveré a contar mi experiencia, luego de que no pueda parar de hacerlo una y otra vez.

BAR

Antes de decidir entrar a algún lugar, se toman en cuenta las experiencias de lo vivido allá adentro.

En esta ocasión decidimos entrar a aquel sitio, porque tiene tres ambiente diferentes, es decir, tres escenarios distintos, de acuerdo a los gustos, bien sea para bailar o sólo escuchar.

La entrada requiere revisión de cédula, además de una "requisita" para los hombres y los bolsos de las mujeres. No requiere cover.

La entrada es un corredor poco agraciado, lo bueno se empieza a notar más adelante al ver las mesas y las sillas ubicadas frente a una pantalla, donde se proyecta el vídeo de la canción que suena en ese momento, que siempre es más relajada, porque se ve la gente sentada hablando y riendo con sus cervezas u otras bebidas sobre la mesa, y una barra muy grande donde también se puede sentar; pero este apenas es el primer escenario. Más adelante hay una puerta de vidrio con un aviso de "Hale" y "Empuje" de acuerdo a su dirección, al halar la puerta se siente otro ambiente, esta vez más rumbero, con música más estridente, se siente el calor y el sudor de la gente que baila apretada, y no hay mesas ni sillas, sólo una barra donde pedir el licor y alrededor, un espacio asignado para bailar y unas sillas de hormigón que sirven para sentarse o apoyar las bebidas.

También hay unas escaleras que conducen el segundo piso, que es un piso completamente relajado, porque tiene mesas y sillas adecuadas para hablar, y unas paredes que dividen una de la otra; también hay otra barra donde el tipo de bebidas cambian, ya que es un café bar.

Al sentarse en cualquier mesa del aquel lugar, el servicio es inmediato, cada mesero está identificado con camiseta negra sin delantal, tanto hombres como mujeres.

Al final, luego de cosumir y pasar bueno, preguntan en la salida en que espacio estaban ubicados y cuál era el mesero correspondiente, con quien verifican si todo está en órden y si la cuenta se pagó.


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