Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

sábado, 24 de abril de 2010

EN NUESTROS TIEMPOS




Recuerdo que estaba dormida y unos estruendos fuertes me despertaron, estaba muy asustada no sabía lo que pasaba, el silencio me confundía, por un instante pensé que había sido una pesadilla, pero no fue así, de repente no hubo calma, mis padres entraron a mi cuarto se veían muy angustiados, el silencio había desaparecido, se había convertido en llantos y gritos, los estruendos eran cada vez más fuertes, más cercanos, allí fue cuando lo entendí, habían vuelto, la paz de mi pequeño pueblo otra vez seria perturbada, pronto mi cuerpo no paraba de temblar, mis ojos comenzaron a llorar, no recordaba lo que era sentir inseguridad, me sentía sola en aquel lugar, la incertidumbre me invadió, para mí el tiempo se paralizo, todo pasaba ante mis ojos en cámara lenta, mis padres me gritaban, pero no lograba comprender sus palabras, una puerta se abrió muy fuerte, muchos hombres entraron a mi casa, se apoderaron de nuestras pertenencias, mientras escondidos observábamos todo, pensamos que no nos iban a encontrar, pero uno de ellos logro vernos, recuerdo que le pegaban a mi papa por tratar de defendernos, sin darme cuenta junto a más personas me encontraba, en medio del parque me hallaba, estábamos rodeados por hombres uniformados, sentí que había llegado el fin a mi corta vida, de pronto pude ver el rostro de los demás, las expresiones de sus ojos dibujaban dolor, la esperanza se había terminado, todos sabíamos como iba a terminar, por otro lado ellos mostraban frialdad, sus expresiones eran duras y vacías, no eran personas sino maquinas de destrucción, seres sin corazón.

Uno de ellos nos organizo en filas, temía por mi familia y la de los demás, por un momento fui egoísta, no quería morir allí, creí que merecía mucho más, me sentí con derecho de opinar quien debía vivir más, como si fuera uno de ellos y estuviera por encima de los demás, nos ordenaron a las mujeres dar un paso hacia el frente, nos desnudaban con la mirada, de arriba abajo nos observaban, éramos en total 26, 15 fueron escogidas, yo era una de ellas, pero cada uno de ellos escogían quien le gustaba, nos llevaron a la fuerza y nos apuntaban con un arma, pensé que era el fin, pero se puso cada vez peor, nos llevaron a una casa que quedaba cerca al parque, antes de irme pude ver a mis padres, sentí que era una despedida, sus miradas perdidas, llenas de dolor y de rabia, sus ojos se apagaban ante la impotencia y la desesperanza, ese momento fue crucial, creí que esa era la última vez que los vería, guarde una imagen de ellos en mi memoria, cuando llegamos, nos separaron en cada habitación, por más fuerza que utilizáramos, ellos lo disfrutaban más, hablar, gritar, forcejear, cualquier cosa podía ser lo mejor o lo peor, nada era suficiente, me golpeaban y trataban mal, solo era un objeto para ellos, un motivo de su felicidad, no recuerdo cuantos hombres abusaron de mi, cuando pienso en ello, solo siento una sed de venganza, ese día me sentí humillada, en cuerpo y alma, creo que mi vida se partió en dos, la niña dulce y buena que todos amaban, y lo que ahora soy, todos los días sueño con ese momento, recuerdo sus rostros llenos de placer mientras me veían sufrir, no había ni un solo signo de compasión, ahora soy yo la que no la tengo, cada nuevo día me atormenta, me aclama justicia, lo único que busco es hallar un momento de calma, para olvidar lo que paso, pero lo único que logro es acumular resentimientos con la vida y con los demás, ya nada puede hacerme daño, porque el daño ya está, estoy compuesta por un montón de piezas destrozadas que nadie puede reparar, al mirarme al espejo, ya no sé quien soy, solo se de dónde vengo y hacia dónde voy.



luisa alzate hernandez

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