Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

miércoles, 21 de abril de 2010

FANTÁSSSSSSTICA DISCO.
Unos detrás de otros con su mejor esmero para ganarse un sí, que es el boleto de entrada al “maravilloso” mundo de las fantasías, fantasías que sólo brillan con las luces artificiales de la noche que hacen los gatos pardos y los lobos ovejas, pero que son sólo eso fantasías, no son joyas verdaderas, solo bañan por un rato en oro a los que lo recorren, pero dentro siguen siendo sólo un ser con secretos, escondidos, guardados, tapados, tristeza, monotonías, realidades… tanto así que hay que llenarse de alcohol para olvidar, no puedes pasar a el mundo de las fantasías sin tener los requisitos para ser digno visitante, un traje de fantasía, unos zapatos de fantasía, un peinado de fantasía, un rostro de fantasía y muy importante un acompañante de fantasía y plata suficiente para comprar la poción que hace que no recuerdes que es una fantasía, que a propósito en este mundo vale mucho más, pues precisamente porque estas en el gran mundo de las fantasías.
Mañana es domingo, hay que mirar en el espejo como se ve todo sin el baño de oro, con las consecuencias que dejaron las pociones, porque lo fantástico es efímero, cuando se acaba quedan sentimientos de ausencia de perdidas, y sobre todo el sentimiento de la estupidez de ayudar a enriquecer a otros que venden disque un mundo de fantasías que es eso pura fantasía.
Igual el próximo sábado hay que ir, pero hay un problema, no tengo traje de fantasía.

CATA AGUIRRE.

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