Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

lunes, 26 de abril de 2010

pelicula milenium


Justicia?

Aquel espacio frio, húmedo y sombrío encerraba en sus paredes el sin número de abusos a los que habia estado sometida desde hace tiempo, un tiempo que ya no se podía contar, aquel siniestro hombre la tenía allí enjaulada, peor que a un animal, ella no sabía del día ni de la noche, pero si recordaba con exactitud la fecha en la que él marcó su vida para siempre. Su corazón latía muy rápido cada vez que sentía algún indicio de su presencia, podía olerlo a kilómetros de distancia y solo bastaba eso, para que su rostro lúgubre y frio como la piedra se desencajara de la monotonía a la que estaba acostumbrado. Aquel hombre era sangre de su sangre, seguramente por eso no le había quitado la vida, ella sabía que hacía lo mismo con otras y él disfrutaba contándole sus crímenes, por eso ella recordaba cada uno de los nombres, porque cada historia se acumulaba en su mente como recuerdos muy profundos, recuerdos que borraron por completo aquellos en los que un día fue feliz. Su mente no respondía a otro pensamiento que no fuera la venganza, algún día llegaría el momento, cada segundo de esa muerte en vida reclamaba aquel anhelado día de justicia, pero no justicia divina, no la justicia que promulgan las leyes de los hombres, sino aquella justicia que podía impartir alguien a quien le han arrancado el brillo de sus ojos, la sonrisa de sus labios, y lo más importante los sueños de su corazón, aquel órgano que latía con mas fuerza solo cuando imaginaba para su carcelero el peor de los castigos, las torturas más crueles. No bastaría la eternidad para pagar cada momento en el que su asqueroso cuerpo una y otra vez la dejaba hecha añicos. Sin embargo las fuerzas que albergaba su mente y todo el rencor que acumuló su corazón no eran suficientes para aguantar el desgaste de su cuerpo, lo lastimado y frágil que estaba, como una capa de hielo agrietada que al más mínimo contacto podría romperse, le quedaba poco tiempo, tal vez era lo mejor, era ya la muerte y no el hacer justicia la única salida para encontrar la paz y exiliar el sufrimiento, tal vez la esperanza no se encontraba en alimentar el deseo de venganza sino en lo que representa el morir, en lo que hay después de la muerte, tal vez sea cuestión de fe, lo cierto es que cuando se ha padecido tanto es difícil creer que tal vez exista una vida más justa después de la muerte.
Estefania Viña Marín

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