Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

domingo, 23 de mayo de 2010

Y todo fue un sueño...





La mesa estaba vacía, solo habían dos juegos de cubiertos a cada lado y las sillas completamente cercanas a ella. Las luces alumbraban lo más mínimo y el ambiente era plenamente tranquilo, música suave y gente bebiendo, nada salido de lo normal. Era un bar. Situado justo en la esquina de la carrera 33, el más apetecido, el más lindo. Yo estaba en la mesa del rincón la menos iluminada, nadie me veía, estaba esperando el momento preciso para salir corriendo, no sé por qué, simplemente quería irme de allí. De un momento a otro apareció una dama, con un vestido rojo más arriba de las rodillas y completamente ajustado, cabellos castaños, piel muy blanca y un cigarro en su mano izquierda. Tomó asiento y ordenó margarita. Pasados cinco minutos apareció él. Con un traje envidiable y un regalo en sus manos, se paró a su lado, la dama se puso de pie y se besaron, ella se sentó de nuevo y el la siguió, comenzaron a hablar y le entregó el regalo. A medida que lo abría, ella sacaba cajas de cajas, eran regalos dentro de regalos, ¡era increíble! Creo que era más mi ansiedad que la de ella. La última caja era miniatura, nada comparada con la primera. Ella la abrió y era lo que yo me esperaba. Era un anillo de diamantes, el más espectacular que jamás haya visto en mi vida, él lo tomó en sus manos y se lo puso. Las lágrimas empezaron a cubrir el bello rostro de aquella dama, sus manos se entrecruzaban… Era como si esos dedos tuvieran vida propia. En ese momento todo se empezó a poner borroso, llegué a pensar que estaba quedándome ciego, trataba de limpiarme los ojos, de recuperar ese hermoso momento que parecía desvanecerse. Todo se volvió negro. Aparecí en mi cama, sudando de calor, y fue cuando comprendí que aquel hombre era yo y que esa dama es la dama de mi sueños.

Miguel Silva

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