Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

jueves, 18 de febrero de 2010

Paralelos

Chema Madoz, Noticia

Antes de proceder a hacer un análisis entre los personajes de Sherlock Holmes, descritos por su autor Conan Doyle, y los presentados por el director Guy Ritchie, debo advertir que lo haré desde una limitación: los personajes planteados por el autor no me son del todo familiares, ya que mi conocimiento sobre éstos está condicionado a la lectura tres cuentos (entre tantos) que me han dado una percepción global de su naturaleza.

Entre las primeras coincidencias que encontré entre el Sherlock Holmes de Doyle y el de Ritchie, está la casi sobrehumana capacidad de observación y de análisis de éste, muy por encima de la de su colega Watson; característica inherente a la esencia misma del personaje. Esta capacidad, incluso equiparable con la adivinación, no sólo está dada por la observación de hechos aislados, sino por la relación de éstos con los fenómenos más íntimos del alma humana. Evidentemente, Sherlock Holmes debe ser un gran psicólogo y filósofo. Esta particularidad, convierte a Holmes en un hombre abierto a todo, consciente de que cualquier cosa puede ser posible, a diferencia de Watson que, en todos los aspectos, es bastante más incrédulo que su compañero.

A pesar de esta similitud, característica sin la cual no sería posible la existencia del personaje como tal, las diferencias entre los personajes planteados por Doyle y Ritchie me parecen abismales. En los cuentos de Conan Doyle, la imagen que he podido percibir de Sherlock Holmes es la de un hombre apacible, sereno y discreto, racional, no sólo en cuanto a la observación de hechos, sino con respecto a sus relaciones humanas; de “costumbres sencillas y vida llana”, según Watson en La Aventura de un Caso de Identidad. Estas características se contraponen al personaje propuesto por Ritchie, el cual es bastante agresivo, arrogante, impulsivo, indiscreto y emocional. Podría decir incluso que se lo presenta como un hombre torpe (mas no tonto) y hasta vulgar, amante del alcohol y la pelea; característica que se opone a la sofisticación que Doyle sugiere en su personaje.

Con respecto a la línea narrativa, los cuentos de Doyle se van hilando por los relatos que sus clientes cuentan a Holmes, y el desarrollo de la historia se da más por la reconstrucción de los hechos por parte de Holmes; mientras que en la película, el desarrollo narrativo está dado por la acción, tanto como acción en sí misma, como por el género de acción.

A pesar de la poca fidelidad de Ritchie en cuanto al personaje creado por Doyle, me parece interesante su planteamiento, ya que las características mencionadas anteriormente, convierten a Holmes en un personaje bastante complejo, a diferencia del Holmes de Doyle. Éste deja de ser el héroe clásico, el redentor que se acerca a una perfección tanto intelectual como emocional. El Holmes planteado por Ritchie, poco predecible, solterón y de costumbres viciosas, se acerca más a la categoría de antihéroe.

En cuanto a Watson, la diferencia principal que caracteriza a las dos visiones de éste, es la arrogancia que Ritchie resalta en él, opuesta a la pasividad y humildad planteada por Doyle. Esta característica que convierte a Watson, a mi parecer, en un personaje absolutamente diferente en las dos versiones, me da pie para hablar de su relación con Holmes. En los cuentos de Conan Doyle me ha dado la impresión de que Watson está siempre subordinado a Holmes, y que incluso siente una respetable admiración por él. Sin embargo en la película de Guy Ritchie, a pesar de ser su amigo incondicional, Watson muchas veces rehúye de su amigo y se siente exasperado por él. Aunque los dos personajes tienen gran interés por la investigación, Watson tiene otro interés, indiferente para Holmes: el amor. Esta diferencia de intereses, además de la arrogancia de Watson y la vulgaridad de Holmes, crea un constante conflicto entre los dos personajes. Esta condición convierte su relación en una más compleja que la que se plantea en los cuentos.

A pesar de las coincidencias y las excesivas incongruencias que se encuentran entre los cuentos y la película, pienso que son admisibles los cambios que, con perdón de Doyle, Ritchie realizó en los personajes, teniendo en cuenta que se trata de una película de inmenso presupuesto con aras a ser comercial. Audiovisualmente hablando, hoy en día para vender se necesita principalmente conflicto y acción; e indudablemente, Ritchie recurrió a estos ingredientes para lograr su cometido con Sherlock Holmes: llenar las salas de cine.

Adriana Camacho

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