Y un ángel cayó del cielo (Melancolía 1)

Y un ángel cayó del inmenso cielo; abandonado a su suerte y perdido en la pequeñez de la tierra se preguntó: ¿Si el cielo ya no es mi morada, significa que soy libre? ¿Pero a quién he de construirle un altar si he quedado prácticamente huérfano? Mi compás terminará en el rincón del desuso y este estúpido y extraño perro junto a mí no ayuda a mi inteligencia. Si pensar no fuera tan difícil pensaría, pero estos últimos segundos sólo veo números atrás de mis ojos. 1514… percibo el olor de la muerte, esos números me huelen a muerte. Pero cómo se yo a que huele la muerte, ¡soy un ángel, inmortal e inmaculado!

A buena parte vine a parar, cada vez me parezco más a esa repugnante criatura; sabrá usar un compás y podrá creerse libre, creativo y talentoso, pero yo soy más… yo soy…yo…yo...no se por qué Él lo ama tanto. Si supiera cuantas veces ha maltratado su nombre; ya no se ni lo que digo, es obvio que Él está enterado de tal asunto. Pero es que si yo pudiera decírselo de frente, tal vez tenga en cuenta mis ruegos de ángel derrotado, de ángel perdido.

Pero ahora que lo pienso, si es que pienso, porque mi mente a ratos se funde, no está del todo equivocada mi estadía aquí. Si entre más tiempo paso aquí más me parezco a esa criatura, tal vez en cuestión de horas Él pueda aceptarme de nuevo y dejarme llegar a esa luz que se ve allá al fondo. Ayyyy…pero esa luz hace que me duelan los ojos y todos estos aparatejos me están enloqueciendo, qué hago con ellos, qué hago, qué hago, estás llaves qué abrirán…si mi mente parara de dar vueltas y mi cuerpo dejara de sentir frío y la oscuridad se marchara…ah y ese olor a muerte….maldita sea soy un ángel…

David Gómez Bedoya