Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

jueves, 24 de febrero de 2011

El bar, ¿el bar?, EL BAR! (18)

El bar, el bar, el bar… qué pequeño bar, cabían escasamente unas 5 mesas con 4 sillas cada una, pero empecemos por el principio: llegué y el bar tenía una puerta pequeña, la pared era como roñosa, de color negro, el marco de la puerta estaba un poco dañado y desde afuera podían verse algunas luces de colores pero ni un solo cliente… sin embargo entré, yo iba sola (me tocó porque me dejaron vilmente plantada, pero después me di cuenta que fue mejor estar sola que MAL acompañada) entré, la primera percepción que tuve del lugar fue que parecía un antro de mala muerte, habían unas 4 mesas a lo largo de mi lado derecho y solo una mesa a mi lado izquierdo, las mesas eran redondas, de madera, un poco raspadas en la parte de encima, luego estaba la barra, una barra pequeña y aparentemente sin mucho “surtido” también de madera y 2 sillas de esas altas para el típico despechado que se sienta ahí a tomar y a desahogarse con el barman. A mi frente estaba el pequeño corredor que quedaba en el medio de las mesas y la barra y al final había un baño (si a ese hueco se le puede llamar baño). Las luces eran en tonos fríos (azules, violetas, blancos) el lugar era oscuro pero aún así no me sentí incómoda entrando allí. El piso era de baldosas cuadradas, de esas que son color vinotinto como de finca.
Me senté mirando hacia la barra en la primera mesa que había a mi lado derecho e inmediatamente llegó el barman, un tipo bajito, piel canela, de pelo negro y corto y con el candadito, de camiseta ancha, de color rojo, de jeans anchos, muy anchos (¿eso todavía se usa?) en fin, muy querido el tipo, muy atento…me preguntó ¿Qué le puedo ofrecer señorita? (en mi mente pensé: señorita? Pff ya quisieras jajaja) “¿me traes una redd’s porfa?”, me la trajo y se devolvió a la barra, yo solo analizaba, pensaba, miraba para todos lados (jmm como si ese bar de escasos 3x2 metros tuviera muchos lados para mirar) estaba sonando una canción de reggueton de esas modernas que ponen TODO el día en las emisoras y de un momento a otro empezó una canción de Maná, grupo que me gusta bastante.
No llegaba nadie, pasaron unos 30 minutos y ni un alma…
El barman no hacía sino mirarme, tal vez estaba pensando que qué hacía yo SOLA en ese diminuto bar, sin ningún otro cliente allá… para despertarlo un poquito de ese agueve que tenía lo llamé y le pedí otra redd’s (con hielo por favor) al momentico llegaron un tipo medio trocito de camisa beige de botones rojos (qué combinación) y una vieja como llegando a los 35, con una camisa DORADA muy muy pedaga que se le salían los gordos que ni tenía y las tetas casi afuera, tenía unos tacones (obviamente también eran dorados) tan grandes los tacones que el man le llegaba como a la oreja… llegaron cogidos de la mano, novios, mozos, no sé, el caso es que estaban en un romance que ni ellos podían creerlo. Se sentaron en la mesa que quedaba cerca al baño (¿por qué? Uno nunca se sienta en una mesa que está al lado del baño a menos que sea la única mesa que está disponible!!!!). El barman llegó como en picada a preguntarles qué querían tomar, (el man feliz porque por fin había llegado otro clientesito que no parecía tan amarrado como yo que estaba a punta de redd’s), pidieron media botella de Ron Medellín con coca-cola y no cruzaban palabra, era lo siguiente dos puntos: tomaban un trago, se daban picos por unos 5 minutos más o menos, se separaban, se sentaban bien, se miraban con cara de ponqué hipócrita, se quedaban callados un rato, volvían a tomar y vuelva y empiece con el pico, esa era la rutina, en esas se pasaron un buen rato, lo único diferente fue la ida al baño que nunca falta de la vieja con vejiga ultra pequeña para escaparse del man por unos minutos.
Podría decir que la música era lo que llaman “cross over” ponían reggueton, rock en español, salsa, uno que otro merengue y hasta vallenatico. El ambiente era un poco incómodo porque era el barman que no paraba de mirarme, la pareja que no paraba de darse besos y yo ahí, mirando pa’ cualquier lado intentando disimular que me los estaba detallando de P a PA. Yo ya me estaba aburriendo, uno teniendo un novio al que quiere bastante y teniendo que aguantarse a un tipo feo, bajito y nea (el barman) mirándolo a uno tooooda la noche!! No, no que pereza! La música era buena pero no ayudaba la poca gente que había. Decidí que me terminaría la tercera redd’s ya y me iba para otro lado… Mientras esperaba que mi embuche dejara entrar la media cerveza que me quedaba, llegaron 2 tipos, eran como con sed de grilla y grilla NO había! estaba un barman nea como aburrido, una pareja por si querían hacer un cuarteto y yo que obviamente ya me iba (y grilla no soy pues!) pensé: amigos, están en el lugar equivocado… empezaron a hablar entre ellos, pidieron una botella de aguardiente light y siguieron hablando un ratico más, después empezaron a chatear por el famoso BlackBerry y así estuvieron como unos 10 minutos, no se despegaban de eso ni para tomarse un guaro; eran 2 tipos hasta parecidos entre ellos, flacuchos, de piel como amarillenta (aunque en la oscuridad de ese bar es difícil distinguir color de piel) tenían un motilado que era como una especie de 7 (el siete), de camiseticas pegadas con manga cortica como intentando mostrar el poco cuajo que habían logrado sacar ese mes en el gimnasio y tenían jeans normalitos, oscuros pero no anchos ni pegados, normales… luego de un rato de estar ahí aburrida me di cuenta que YO ERA LA QUE ESTABA EN EL LUGAR EQUIVOCADO, digamos que el bar no era malo, pero no era ni 5 mi tipo de ambiente, ni el tipo de gente que comparte algunos de mis gustos, definitivamente entré al bar que no era… ya estaba aburridísima, me terminé esa cerveza yo no sé ni cómo, le pagué al tipo, me dijo que qué me había chocado, que por qué me iba tan rápido, pensé en decirle que lo que MÁS me había chocado había sido ÉL mirándome TODA la noche sin disimular ni un tris, pero obvio no le dije eso, solo respondí que todo muy bien pero que me estaban esperando en otro lado, cogí mis cosas y por fin me fui…

1 comentario:

  1. buenísimo, no todas las experiencias son agradables, excelente descripción, se ven los personajes.

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