Mi primera vez fue una experiencia deliciosamente extraña. Recuerdo que entré en esa habitación completamente blanca y el silencio era tal que me zumbaba en los oidos, era totalmente intimidante. Estaba bastante nerviosa; en realidad no sabía que era peor si salir corriendo despavorida y cobardemente de aquel lugar o empezar esa rutina que tanto anhelaba; pues en esta ocasión pudo más el deseo que cualquier atisbo de racionalidad y de hecho no me arrepiento.
Empecé tendida en el suelo, elgongando cada parte del cuerpo y luego continuamos con las contorsiones corporales. Una postura, luego otra y otra más; entre postura y postura inhlaciones y exhalaciones que definitivamente reconfortaban mi alma, mi mente y mi cuerpo, las cuales además me confirmaban que había tomado la desición correcta.
La cosa se complicó cuando llegó el momento más profundo, éste requería mayor conexión y conciencia. El silencio se hizo más fuerte y empezamos a pronunciar sílabas de una fuerza y potencia que retumbaban en aquella habitación; sin embargo este proceso era muy avanzado y en una lucha interior no se si conmigo o con mi estúpida incapacidad de conservar las cosas buenas: abrí los ojos... la meditación había terminado para mí y así transcurrió mi mejor clase de yoga.
Om namah shivaya.
Buen ejercicio, pero piensa en ayudar a la gente que lo lee, pues palabras como "elgongando" son desconocidas y no traducibles, también jugar un poco si sabes sobre el Tantra y formas distintas de poses, recrear las escenas.extiende tu historia
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