Y cada vez que el narrador intentaba, seca ya la fuente de su inspiración dejar la narración para el día siguiente, y decía: "El resto para la próxima vez", las tres, al tiempo, decían: "¡Ya es la próxima vez!"

Alicia en el país de la maravillas. Lewis Carroll

lunes, 28 de febrero de 2011

La CaSa DeL HoRrOr... (27)

Estuve allí hace algo más de 10 años. Fui a visitar a mis abuelos al pueblo donde vivían y tenía bastantes amigos de mi edad en ese lugar. Siempre tuvimos curiosidad por conocer esa casa, cómo era su interior, quién había vivido ahí, qué cosas harían parte de ella.

Todos los días, nos reuniamos a la salida de la casa de uno de mis amigos de juegos, preparabamos el cronograma de actividades y comenzabamos a planear la estrategia para divertirnos en la noche.

Un día decidimos entrar a la casa, después de muchos intentos fallidos por falta de valentía de algunos. Era la casa más grande que había en los alrededores, hace años estaba abandonada, y aunque todos habíamos preguntado a nuestros abuelos alguna vez qué era lo que ese sitio escondía, nunca nos dieron respuesta, sólo nos advertían que era mejor no entrar, porque las brujas se habían apoderado del lugar.

Esa noche, nos reunimos en el punto de encuentro a la hora establecida, muchos no llegaron, dijeron que sus padres no les habían dado permiso, para mí...fue puro cuento, les dio miedo.Nunca he sido la más valiente en realidad, pero cuando me daban cuerda me aguantaba la tembladera y las ganas de llorar y me portaba como la más ruda del equipo.

Solo habiamos 3 niñas y 2 niños esa noche, cuando normalmente para los juegos habituales nos reuniamos más de 10. Sé que todos estaban igual o más asustados que yo, pero todos nos enfilamos rumbo a la casita del horror, así la llamabamos desde que nos conocimos.

Eran las 9:00 p.m, hacía frio y el viento silvaba por entre las palmeras, el camino de piedra parecía más largo de lo normal y la casa al final parecía más lúgubre y misteriosa que siempre. Cuando llegamos a la puerta, entreabierta por el recorrido del viento, un frio extraño estremeció todo mi cuerpo. Ibamos los 5 pegados unos de otros como chicle, agarrados de las manos que ya se resbalaban de lo mojadas en sudor. Uno de mis amigos agarró una rama que había en la grama junto a la puerta y de un solo movimiento la empujó. Cuando la puerta se abrió, un chirrido ensordeció mis oidos, desde afuera no se podía ver nada, sólo oscuridad.

Camila, mi mejor amiga, se creía la "Dora la exploradora" de esos días, llevaba una mochila con: Una lata de atún, un termo con agua, una cajita con dos fósforos y una linterna de la barbie que su papá le había regalado, gracias a esa linterna nos atrevimos a pasar de la puerta, ojala no la hubiera llevado. Entramos, pero no vimos nada aparte de muebles rotos y escombros,¡Ah! y dos murcielagos feos colgando del techo. Nos demoramos algo menos de 5 minutos dentro de ese lugar, minutos que parecieron horas.

No sé si fue por lo que yo escuché, pero todos salimos corriendo al mismo tiempo de ese lugar, casi no cabemos por la puerta de salida, porque en todo el tiempo no nos soltamos de las manos ni un segundo. Estando adentro, sentí como en el techo de la casa una persona caminaba, era el sonido de unos zapatos de tacón...al mismo tiempo, la madera del piso chillaba como si unas uñas largas se restregaran contra él. Después, nunca volvimos a entrar a esa casa, es más, nadie mencionó nada.

Días más tarde cuando me atreví a hablar con mis abuelos sobre eso, me dijeron que todo lo que escuché había sido obra de las brujas. Me contaron que algunos años atrás, antes de yo nacer, un grupo de señoras se reunían en ese lugar a preparar brebajes en viejas calderas como en los cuentos de fantasía, y que inclusive en varias ocasiones se supo que en ese sitio asesinaron animales y colgaron personas de las ramas de los árboles.

Hoy,ya no visito tan a menudo el pueblo, tal vez porque a mi edad me siento mejor en la ciudad, y porque mis abuelos ya murieron, pero hace poco me enteré que la casita del horror fue demolida y que en su lugar construyeron un condominio de casas campestres.

Ese lugar ya no es mágico, y en sus calles ya no se ven niños jugando como cuando yo era pequeña. A veces quisiera retroceder el tiempo y volver a ser una niña para visitar, pero esta vez con más valentía y en compñía de todos mis amigos, la casita del horror.

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